martes, 7 de julio de 2009

SOBRE EL SENTIDO DE LA VIDA

Cierta ocasión mientras viajaba de regreso a casa luego de una extenuante jornada laboral, vino a mi mente una visión inquietante. En esta imagen veía como me despertaba a las cinco de la mañana, me desayunaba apresuradamente, luego me dirigía hacia el trabajo y allí me sentaba al frente de un computador durante 10 horas, luego regresaba a mi casa totalmente agotado, tomaba un café y finalmente me iba a la cama. Al otro día me levantaba a la misma hora, me desayunaba, iba al trabajo, regresaba y nuevamente me acostaba, igual pasaba al otro día y así sucesivamente hacía las mismas cosas todos los días de mi vida hasta el fin de mi existencia.

Después de aquella imagen surgieron dentro de mi una serie de preguntas que me dejaron aún mas desconcertado, ¿Acaso la vida se reduce simplemente a conseguir un empleo para poder subsistir? ¿Acaso el sentido de la vida es acumular dinero para mantener una familia, comprar las cosas que deseamos y asegurar un futuro? Y si el sentido de la vida es trabajar y disfrutar del fruto de ese trabajo ¿Qué pasa entonces con los seres humanos que viven en condiciones de extrema pobreza y que no tienen los medios necesarios para vivir dignamente? ¿Para ellos la vida tendría algún sentido? ó ¿Por qué personas que lo tienen todo desde el punto de vista material y afectivo son infelices llegando incluso hasta el extremo de suicidarse?

Es verdad que la vida hay que aprovecharla al máximo, disfrutando cada momento de las cosas que hacemos sin importar que tan pequeñas o trascendentales sean, sorprendiéndonos cada día con todos aquellos detalles que nos brinda la naturaleza y la interacción con otros seres humanos. Tal vez el sentido de la vida sea precisamente eso, el simple hecho de vivirla, de asumir el reto de la existencia, de ganarse el pan con el sudor de la frente y de llegar a la muerte habiendo sorteado todos los obstáculos que se nos presentaron y así demostrarnos a nosotros mismos y al mundo que fuimos dignos de la oportunidad de existir. Sin embargo, esta concepción de la vida pese a su validez es en esencia cruel y utópica, ya que implica que el individuo es el único responsable de su felicidad, pero no todos los seres humanos reaccionan positivamente ante los diferentes estímulos o circunstancias de la vida, ni tienen las mismas capacidades ni las influencias socioeconómicas para adaptarse a su entorno.

Anthony de Mello decía en uno de sus textos “En el juego de naipes que llamamos vida, cada cual juega lo mejor que sabe las cartas que le han tocado, quienes insisten en querer jugar no las cartas que les han tocado, sino las que creen que debería haberles tocado, son los que pierden el juego”. Esta afirmación me parece injusta, ya que de Mello desconoce que en la vida muchas de las personas que viven en la miseria ni siquiera recibieron “cartas” y que muchos de los que viven en la opulencia tienen sus “cartas marcadas" y guardan varios "ases bajo la manga”. Así pues, es claro que todos somos responsables de sobrevivir, de buscar oportunidades y de aprovecharlas, pero también es cierto que por causa de la maldad, la injusticia social y la inoperancia del Estado muchas personas jamás tendrán la oportunidad de salir adelante a través de un proyecto de vida digno.

Ahora bien, debido a que no todos los seres humanos tienen las mismas opciones u oportunidades, se hace evidente que el sentido de la vida para aquellos que viven en la extrema pobreza o en la exclusión social se reduce únicamente a la supervivencia. Es por ello que para sobrevivir, muchos jóvenes y adultos marginados se ven obligados a delinquir, ya sea mediante el hurto, el sicariato o el tráfico de drogas; por esta misma razón, mujeres adolecentes y madres solteras se ven obligadas a prostituirse ante la imposibilidad de conseguir un empleo decente, y por esta misma razón niños y ancianos en el mejor de los casos se ven obligados a mendigar ante la indiferencia de la sociedad. ¿Acaso se puede juzgar a seres humanos que careciendo de oportunidades traten de sobrevivir a través del delito o de la mendicidad? La verdad no, el instinto de supervivencia no entiende de principios éticos u ordenamientos jurídicos. Así pues, desde un punto de vista Darwiniano o de supervivencia, la pobreza y la falta de oportunidades son una plena justificación del delito, más aún si el Estado no cumple a cabalidad con sus funciones sociales.

Es claro que algunos dirán que preferirían la muerte antes que ir en contra de sus principios éticos o convicciones religiosas, pero al final nadie sabe como reaccionará ante una situación desesperada de hambre o ante la responsabilidad de alimentar a unos hijos que claman por comida. Ahora, ¿cómo explicar el hecho de que personas con una alta solvencia económica y sin ningún tipo de necesidad sean corruptas y busquen el lucro por encima de cualquier valor moral? Esto es igualmente explicable desde el punto de vista Darwiniano, en la sociedad actual solo sobrevive el que tenga dinero, y en la medida que se tenga mas dinero mas posibilidades habrá de sobrevivir y garantizar la supervivencia de sus futuras generaciones, quizás por tal motivo es que la ambición sea parte esencial de la naturaleza humana.

El problema radica en que vivimos en una sociedad de consumo donde a diario se nos inculca que la felicidad se encuentra en el dinero, en tener una familia, en poseer bienes, en el placer, en el éxito profesional, en la fama, etc. Sin embargo, todas estas cosas son pasajeras, son circunstanciales, no nos hacen ni mejores ni peores personas, son tan solo una vana ilusión. De igual forma, muchos que defienden la explicación humanista y racional del Ser, solo admiten una visión terrenal de la existencia en la que únicamente cuenta lo que hagamos mientras vivamos, ya que en últimas todos dejaremos de existir, así que, como reza el dicho “comamos y bebamos que mañana moriremos”. Y si tan solo nos espera la nada absoluta, la eterna oscuridad del ser, entonces solo valdrá lo que hagamos por sobrevivir y alcanzar la felicidad; yo mismo crearé mi propio cuerpo de valores compatibles con este propósito y mis limites solo serán los que me impongan las leyes de convivencia humana.

He escuchado a muchos lamentarse diciendo que la vida está llena de injusticias, y tienen toda la razón, en esta vida unos gozan mientras otros sufren, unos siendo malvados son recompensados mientras otros siendo justos son humillados y maltratados. Gente incompetente y sin principios ocupa posiciones de poder y buenos empleos mientras que personas inteligentes y sensatas son menospreciadas. Es cierto, existe mucha injusticia, pero no se debe culpar a la vida o a Dios por ello, la culpa radica en la maldad y corrupción del hombre que en su afán de lucro y de bienestar ha creado condiciones de miseria y desigualdad entre sus semejantes. Y si no existe reivindicación en este mundo de todos aquellos que sufren la injusticia y la pobreza ¿significa entonces que vivieron en vano? ¿Que no fueron capaces de adaptarse a las exigencias del entorno y buscar las oportunidades para sobrevivir? ¿Su vida habrá carecido de sentido?

Es necesario comprender que aunque nuestro cuerpo se deteriore y muera, nuestra alma en cambio permanece para siempre, y que los pocos años que habitemos este mundo son tan solo el preludio de una existencia infinita en un plano espiritual regido por Dios, al cual tendremos que dar cuenta de todo lo bueno o malo que hicimos durante nuestra estancia en la Tierra. Dios hará justicia y dará a cada cual su merecido conforme a su infinita sabiduría. Así que, el breve lapso de tiempo que habitemos este cuerpo es totalmente insignificante en comparación con toda la eternidad que nos aguarda.

Bajo esta perspectiva, comprenderemos que la vida tiene un sentido superior al de sobrevivir o al de trabajar para disfrutar del fruto de dicho trabajo. La vida es más que poseer cosas, más que tener una familia o más que tener éxito, pues todas estas cosas son efimeras y no siempre se pueden alcanzar, además en muchos casos por el afán de conseguirlas se abandonan los principios y se sacrifica la paz interior. En este mundo siempre habrá desigualdad y sufrimiento, así que, sin importar en que lado de la balanza nos encontremos debemos entender que el verdadero sentido de la vida es ante todo honrar a Dios y cumplir sus mandamientos, ya que en últimas es a Él a quien tendremos que responder. En cada momento de nuestra vida tendremos que decidir si actuamos o no conforme a la voluntad de Dios, ese es el precio que debemos pagar por nuestro libre albedrio, en todo caso será Él quien juzgue nuestras intenciones al obrar.

Por supuesto que aquellos que deciden no creer en Dios rechazarán categóricamente la idea de que haya vida con posterioridad a la muerte y por consiguiente de que haya una justicia superior a la que se deba rendir cuentas. Sin embargo, si no existe la justicia Divina entonces en verdad la vida no tendrá ningún sentido, ya que entonces, solo queda resignarse a que en el mundo los hombres cometan impunemente toda clase de injusticias y que aquellos que sufran por tales iniquidades jamás sean reparados ni vindicados; porqué ciertamente, la justicia humana es corrupta e imperfecta.

La vida solo tiene sentido cuando la vivimos aferrados a Dios.

martes, 12 de mayo de 2009

SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS

Es claro que la existencia de Dios no es susceptible de verificación cientí­fica en un laboratorio, por esto la ciencia siempre ha descalificado toda explicaciòn divina a los vací­os del conocimiento humano en torno al origen del universo y otros fenómenos aún inexplicados. Sin embargo, no se debe juzgar a la ciencia por su radical postura atea, ya que vivimos en una realidad física o material que solo puede ser aprehendida a través de la observación, experimentación y comprobación de los hechos; por tal motivo, en la ciencia nunca se habla de Creer sino de Saber. Ahora bien, aspectos como la muerte, la existencia del bien y del mal, la consciencia del ser y las mismas religiones, permiten intuir la existencia de otra realidad que no puede ser conocida mediante el método cientí­fico sino solo a través de la fe, de modo tal que no se puede explicar a Dios desde la óptica de la ciencia, ni tampoco se puede estudiar el mundo desde la perspectiva de la fe. Así pues, todo ser humano deberá decidir cual de estas realidades escoger para su vida, aunque considero que lo más sensato es aceptar tanto la realidad física y la espiritual, teniendo en cuenta que solo la realidad espiritual le brinda al ser una esperanza de vida ante la certeza de la muerte. Esta esperanza de vida eterna es entregada gratuitamente por Jesucristo a todo aquel que crea en él y acepte su mensaje de salvación. En conclusión, la ciencia es importante porqué permite conocer las leyes del mundo material es decir de la creación de Dios, pero más importante aun es el conocimiento de Dios y de su obra redentora a través de Jesucristo por medio de la cual todo hombre asegurará el destino de su alma.